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Las tarjetas de créditos ejercen un rol fundamental dentro del sistema financiero nacional y al mismo tiempo en la vida cotidiana de las personas. Desde la óptica macroeconómica facilitan la expansión del consumo, dinamiza el comercio y promueven tanto la bancarización como la inclusión financiera. Para los hogares, representan una herramienta clave de acceso al crédito, ofreciendo flexibilidad en la gestión de las finanzas personales, la posibilidad de enfrentar imprevistos y la oportunidad de construir un historial crediticio que abre puertas a otros productos financieros.

Este artículo recoge los hallazgos más destacados del Informe de desempeño de la cartera de tarjetas de crédito de la Superintendencia de Bancos, mostrando cómo ha evolucionado este segmento dentro del sistema financiero dominicano y qué revelan sus indicadores sobre la salud del crédito y el comportamiento de los hogares.

Volumen y crecimiento

El saldo total de la cartera de tarjeta de créditos alcanzó DOP 122,142 millones (5.4% del total de la cartera), liderando el dinamismo del crédito en el sistema financiero con un crecimiento real interanual de +16.2% al cierre de junio 2025. La razón de cambio en la tasa de variación representa una desaceleración de -9.4 puntos porcentuales respecto al ritmo observado en el año 2024 (+25.6%). Desde la perspectiva de largo plazo, se puede apreciar el trayecto prolongado de una normalización tras el fuerte repunte posterior al fondo de crecimiento registrado en la pandemia.

Principales indicadores

Para conocer el estado de salud en el dinamismo de la cartera de tarjetas de crédito, agrupamos nueve indicadores que permiten tomar el pulso tanto al consumidor como a las gestiones que realizan las entidades financieras.

 

Los cuatro primeros indicadores: saldo promedio real, límite promedio real, turnover y utilización, permiten entender el comportamiento financiero de los hogares.

Saldo promedio real: representa la deuda promedio por tarjeta ajustada por inflación con precios a junio 2025. Este valor se ha incluso reducido en términos reales respecto a los niveles prepandemia. En otras palabras, aunque el número de tarjetas ha aumentado y los montos nominales son mayores, en términos reales los hogares mantienen un nivel de deuda muy similar e incluso menor al de hace cinco años. Eso indica que la expansión en el endeudamiento ha seguido de manera muy cercana el incremento en el costo de la vida.

Límite promedio real: refleja la capacidad de endeudamiento en cada tarjeta. Se mantiene estable, también siguiendo la tendencia en la inflación. Evidencia que las entidades no están ampliando de forma desproporcionada los límites, sino de acorde al perfil transaccional de los clientes.

Turnover: mide el consumo mensual registrado respecto la capacidad de endeudamiento (límite) y representa el nivel de rotación de las TC como medio de pago. Si este indicador fuera muy alto, implicaría que los consumidores están utilizando gran parte de su límite disponible mes tras mes, lo cual podría reflejar un uso más intensivo del crédito y señales potenciales de sobrecalentamiento. Pero el turnover ha declinado en los últimos 12 meses dando leves señales de enfriamiento, mientras se mantiene en un nivel moderado, y muy cercano al promedio histórico. Esto significa que el comportamiento de los hogares en el uso de las tarjetas de crédito se mantiene constante en el tiempo.

Utilización: representa el porcentaje del límite de crédito que está efectivamente usado al cierre del periodo. Este indicador se mantiene en torno a los valores prepandemia.

En conjunto, las cuatro variables analizadas son una prueba que la variación en la deuda es principalmente una función de la evolución en el costo de la vida, que el patrón de consumo es constante y sostenido, sin señales de sobrecalentamiento en el uso. En resumen, de manera agregada y a primera vista, los hogares dominicanos no aparentan desproporcionalmente más endeudados que antes de la pandemia. Tampoco se evidencia que la capacidad de los hogares para endeudarse ha crecido de manera desproporcionada .

 

La historia del lado de las EIF: una exposición en expansión, pero bajo control

El segundo grupo de indicadores se orienta a la gestión de los créditos que realizan las entidades financieras.

Saldo financiado: corresponde a la proporción de saldo adeudado financiado cuyos usuarios optan por financiarse al no pagar el total de su balance al corte. Este grupo ha mostrado un incremento, no obstante, se encuentra dentro del rango de su tendencia histórica y en niveles considerados manejables.

Morosidad: corresponde a la proporción de la deuda que presenta atrasos de +90 días. Este mostró un leve incremento hasta 3.4%, desde 2.9% un año atrás . Este repunte debe interpretarse dentro del contexto de la madurez en el ciclo económico y su interacción con el ciclo de crédito: es la dinámica que se caracteriza por la reducción en la tasa de crecimiento y el incremento coincidente en las tasas de incobrabilidad. La morosidad es uno de tantos parámetros de la gestión de la cartera de crédito. Esto significa que las EIF tienen mecanismos de control que influyen las mediciones de esta variable.

Ratio de incumplimiento (RI): mide la proporción de deudas que comienzan en condición de pago y terminan en impago dentro de 12 meses en el futuro (comúnmente llamado ‘default’). Este indicador es más completo que la lectura de la morosidad ya que considera aspectos de gestión ejecutados sobre la deuda incobrable. El RI muestra la aceleración en el deterioro de la cartera de tarjetas de crédito alcanzando 9.5% del saldo adeudado, ubicándose por encima del nivel registrado el año pasado, y el nivel pre-pandemia.

Saldo en moneda extranjera: representa el nivel de exposición a la deuda en dólares. Se redujo a 19.4% indicando una menor exposición cambiaria con respecto a junio 2024, y por debajo del nivel pre-pandemia.

Comportamiento del crédito por niveles de ingreso

El informe también analiza el desempeño de la cartera de tarjetas según el nivel de ingresos de los tarjetahabientes , ofreciendo una mirada más detallada sobre cómo distintos grupos de la población utilizan y gestionan el crédito. A junio de 2025, la mayor proporción de nuevos créditos se concentró en personas con ingresos formales mensuales entre DOP12,501 y DOP32,500, rango que agrupa más del 50% de la clase trabajadora formal del país .

En cuanto al uso del financiamiento, los datos muestran que los usuarios de menores ingresos son quienes con mayor frecuencia optan por financiar sus saldos, es decir, no pagan la totalidad del balance al corte. En los tramos inferiores, menos de DOP 12,500 y entre DOP 12,501 y DOP 32,500, mantienen una proporción de créditos financiados de 47%, 4.8 p.p por encima del segmento de mayores ingresos.

Esto sugiere que los hogares de ingresos medios y bajos utilizan las tarjetas como fuente de liquidez para cubrir gastos corrientes o imprevistos, mientras que los de ingresos más altos tienden a utilizarlas principalmente como medio de pago.

La morosidad también muestra una clara relación inversa con el nivel de ingresos. Los usuarios sin reporte de ingresos formales presentan las tasas de mora más elevadas, seguidos por los segmentos de ingresos bajos. A junio de 2025, la morosidad a más de 90 días alcanzó 8.4% entre quienes perciben menos de DOP12,500, y 7.2% en el rango de DOP 12,501 a DOP 32,500. En cambio, en los niveles de ingresos superiores (entre DOP 65,000 y DOP 100,000 y más de DOP100,000), la morosidad se mantiene significativamente más baja, en torno al 1.5% y 3.0%, respectivamente.

Conclusiones

El panorama presentado en el informe de tarjetas de crédito a junio de 2025 muestra el crecimiento a un ritmo más moderado, encontrándose dentro de una etapa avanzada de normalización posterior a un ciclo económico y crediticio atípico.

Desde el punto de vista de la salud de los deudores, los indicadores reflejan surgimiento en la incobrabilidad, pero no se observan signos inminentes que amenazan la sostenibilidad y la estabilidad de la cartera. Específicamente, el endeudamiento promedio se mantiene estable y sin variación importante en términos reales, mientras que los límites se han ampliado meramente para acomodar la tasa de inflación, y el crecimiento en los deudores considerablemente ralentizado. En adición a esto, la disminución en el turnover como medio de pago fue acompañada de un aumento en el financiamiento y surgimiento en los ‘defaults’ sugiere que los usuarios ya se encuentran en el proceso de moderación en consumos. Este comportamiento es consistente con el avance del ciclo económico y la coincidente normalización del crédito, donde las familias gradúan sus consumos y la intensidad de uso del producto.

Desde la óptica de las entidades financieras, los aumentos en morosidad e incumplimiento muestran señal de deterioro, un comportamiento esperado en esta fase de expansión. A medida que esto ocurre, los esfuerzos de gestión son ampliados mientras el apetito de las EIF en la cartera de tarjetas de crédito se observa en graduación.

En conjunto, los resultados no apuntan a un sobreendeudamiento de los hogares dominicanos, sino a un mercado que se expande recorriendo su proceso de ciclo natural. Las tarjetas de crédito consolidan su papel como instrumento clave de acceso y formalización financiera, contribuyendo a un sistema más inclusivo, equilibrado y sostenible.


1Para presentar las variables en términos reales y garantizar la consistencia estas se ajustan utilizando el índice de precios oficial del BCRD (2025), con precios a junio 2025.

2Superintendencia de Bancos. Una mirada al Ratio de Incumplimiento para el sistema financiero (2023).

3Para la segregación por nivel de ingresos, se hace una relación de los deudores de tarjetas de crédito con la base de datos de ingresos reportados a la Tesorería de la Seguridad Social (TSS).

4Boletín estadístico del Régimen Contributivo del Sistema Dominicano de Seguridad Social (SDSS). Abril 2025

Blog institucional

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